Había una vez un hombre que era tejedor; tenía una mujer muy buena y muy linda; pero la había dado la manía de ser celoso y de figurarse que su honrada mujer le podía faltar. Una mañana, sabiendo que su mujer se había ido a confesar, y queriendo cerciorar de si sus sospechas eran ciertas, se puso un hábito de fraile y se sentó en el confesionario. Llegó la mujer, que lo había conocido y le dijo:
- Acúsome, padre, que he tenido amores con un mozo, después con un viejo y después con un fraile.
-Vete de aquí- le dijo el fingido fraile-no hay absolución para tales delitos.
Fuese enseguida a su casa y se puso a tejer; pero como estaba tan rabioso empezó a cantar para que lo oyese su mujer:
Acúsome padre, con mucho descoco
Que he tenido amores con un hombre mozo;
Después con un viejo, después con un fraile;
Y teje que teje, y dale que dale.
A lo cual ella, en la misma tonada, contestó de esta suerte:
- si te lo dije, fue por ser verdad,
Puesto que te quise en tu mocedad;
Ayer siendo viejo y hoy siendo fraile;
Y teje que teje y dale que dale.
Con lo cual se quedaron tan amigos por ciento y un años.
Vía: Cuentos y más
Preguntas:
- 1. ¿Por qué la mujer se acuso de haber estado, enamorada de un mozo, un viejo y después un fraile?
- 2. ¿Por qué el hombre empezó a cantar?
- 3. ¿Qué ocurre al final?
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