viernes, 13 de marzo de 2009

El Oro de Midas


Midas era el rey más rico y poderoso de Frigia. A Midas le encantaban las cosas hermosas y mandó plantar en su jardín un millar de rosales.

Un día el dios Dioniso (dios del vino y de las fiestas), acompañado por Seleno, pasó por Frigia. Sileno se quedó dormido en los jardines de Midas. A la mañana siguiente un jardinero lo encontró y lo llevó a Midas, este trató a Sileno con una gran amabilidad durante diez días. Después de ese tiempo Sileno fue a buscar a Dioniso, para contarle como se había comportado Midas con él; Dioniso se quedó asombrado de la amabilidad de Midas .Y, agradecido, lo mandó llamar. Dioniso, le dijo que pidiese el don que más desease poseer. Midas, asombrado de tan buena suerte, decidió pedir que todo lo que tocase se convirtiera en oro; Dioniso acepto y se lo concedió. Midas corrió a su palacio y cogió una rosa, que se convirtió en oro; feliz se acercó a su perro, el cual al lamerle las rodillas se convirtió en una estatua de oro, lo mismo le pasó a su hija, cuando él la abrazó.

Midas, roto de dolor por lo que le había ocurrido a su hija fue hacia Dioniso para rogarle que todo volviera a ser como antes, Dioniso aceptó, pero para que que las cosas volvieran a ser como antes, las debería de meter en la fuente donde nace el río Pactolo; por eso hay tanto oro el las arenas del río Pactolo.

1 comentario:

Rocío Carrillo Domínguez dijo...

Este relato me ha gustado mucho, enseña la importancia de que no es mejor el que más tiene, si no el que menos necesita.