lunes, 30 de noviembre de 2009

Un agente gay


Michael era un agente secreto un poco raro y aunque muy guapo, era gay, como todos los guapos. Le gustaba mucho disfrazarse para que nadie lo reconociera y siempre llevaba con él una maleta negra en la que llevaba un taco de billetes, un móvil, un bolígrafo y en la esquina superior derecha, un extraño botón con una luz roja.

Un día Michael iba hacia su nueva misión, pero sintió ganas de ir al servicio y entró en un bar que se encontró, con las prisas se dejó la maleta fuera. Una chica llamada Natalia, que era muy curiosa, vio la maleta, la abrió y observó lo que contenía. De repente oyó la cisterna del baño de hombres, cerró rápidamente la maleta y se sentó. Cuando salió Michael miró hacia todos los lados, cogió la maleta y se fue.

Natalia lo siguió hasta un callejón muy oscuro, se decidió a entrar en él, pero se tropezó con un palo y se cayó. Michael se acercó, iba vestido con un gorro rosa, un chaleco rosa con unos cordones negros en el pecho, unas mallas ajustadas negras y unos tacones negros de diez centímetros.

-¿Quién eres?

-Me llamo Michael, ¿y tú?

-Eso no te lo puedo decir, por si eres un sicópata o algo parecido.

-¿Pero de qué estas hablando?

-Es que llevas una ropa muy rara, ¿por qué vistes así?

-Eso no importa, ¿por qué crees que te voy a secuestrar? Solo soy un agente secreto.

-¿Y para qué sirven los agentes secretos?

-Pues hacemos misiones.

-¿Y has matado a alguien?

-Pues... ¿pero qué pregunta es esa?

-Tranquilo, tranquilo, no te alteres. ¿Y para que quieres esas cosas que llevas en la maleta?

-¿Que has abierto mi maleta, pero cómo te atreves?

-Eh, sin pasarse, ya verás, voy a llamar a la policía.

-No, espera, mira tengo una idea, te doy lo que quieras de mi maleta.

-Esta bien, pero, ¿para que tienes ese botón con la luz roja?

-Para coger mi ropa.

-¿Cuál, si no hay?

-Sí hay, pero está escondida, y cuando pulso el botón la maleta se convierte en un armario.

-Sí, venga ya, ¿y para que llevas esas cosas?

-Por si una cotilla como tú la abre.

-Bueno, ¿no me ibas a dar algo?

-Sí, ¿que quieres?

-¡Cuantos billetes!, ¿cuánto dinero hay?

-Eh... dos mil euros.

-Me los llevo.

-Toma, para ti.

Y Michael se fue riéndose a carcajadas, mientras Natalia se dio cuenta de que los billetes eran del juego del Monopoly.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Alba me gusta mucho tu relato es muy divertido. Besos Almu

Aurora dijo...

Que chulo Alba me ha gustado mucho, adios.

Anónimo dijo...

Alba el cuento es muy gracioso me ha gustado mucho



xaitoooo
Macarena

Marta R dijo...

alba me ha gustado mucho tu relato es muy gracioso
Besos marta R