jueves, 22 de enero de 2009

El gordito, de Luís Luján

Habrá sido allá por los años 60, cuando aparecieron los primeros heladeros ambulantes en el pueblo. Miguel, o el Gordito, como le decían los más atrevidos, llegaba en diciembre y se iba en marzo, cuando bajaban la temperatura y las ventas. Traía los helados en una conservadora de metal que casi no podía, y se anunciaba con un silbato o pito de referí. Nosotros ya conocíamos el sonido y salíamos a la calle cuando el sol caía con todo el peso de la siesta. Miguelito tenía una clientela de centavos que de buen agrado atendía, mientras esperaba que apareciera una fiesta, una jineteada o un campeonato de fútbol, donde sí, haría el gran negocio. Y así sucedía cada tanto, alguna celebración que vaciaba su conservadora.

Aquel domingo de febrero, como era tradición, se celebraba el aniversario del Club con una fiesta que duraba todo el día. A las cinco se jugó el partido entre los dos equipos más fuertes de la zona: Pabellón y Sol de Mayo. Como era natural, ambos tenían su hinchada y cada uno su bronca contra los otros.

Infaltable en este festejo, Miguel, el Gordito, recorría el contorno de la cancha ofreciendo los helados, mientras el partido sacaba chispas. Miguelito sopló su pito con fuerza para que todos supieran que él venía, sin pensar que producía el mismo sonido que el silbato del árbitro. Sonó el pito y el partido se detuvo. Todos creyeron que había sido el juez y como no existía infracción, ahí nomás lo increparon, molestos ante tan mal arbitraje. El Juez intentó explicar que él no había tocado el pito, pero ante la batahola y el desconcierto reinante, resolvió la situación con un pique.

Cinco minutos más tarde, el silbato de Miguelito volvió sonar con la misma intensidad. La jugada se cortó justo cuando Pabellón avanzaba con posibilidades de gol. Ahora sí, el árbitro estaba rodeado por los 22 jugadores. Se dio cuenta de que la cosa se tornaría peligrosa si no lograba convencerlos de que él no había marcado ninguna falta y respiró cuando volvió a sonar el pito y entonces, su verdad fue contundente. Pero ¿de dónde venía aquel sonido? El misterio quedó resuelto cuando vieron a Miguel que, silbato en boca, anunciaba sus helados. Con este descubrimiento quedó a salvo la integridad del árbitro y toda la furia de los calientes futbolistas se concentró en el heladero que, por suerte y gloria de Dios, alcanzó a divisar la guardia policial y allí se refugió, claro está, sin hacer uso del pito.

Vía: Cuentos y más

Responda a estas preguntas en los comentarios:

  • 1-¿Quién jugó el partido el domingo?
  • 2-¿Por qué se detuvo el partido?
  • 3-¿En qué año se desarolla la acción?
  • 4-¿Qué se celebraba el domingo?

1 comentario:

Rocío Carrillo Domínguez dijo...

1. Jugaron los esquipos: Pabellón y Sol de mayo.
2. Porque Miguel, el gordito, tocó el silbato para anunciar que había llegado, y todo el mundo pensó que el árbitro había parado el partido.
3. Allá por los años 60.
4. El aniversario del Club.