miércoles, 22 de abril de 2009

Las habichuelas mágicas


Había una vez un hombre llamado Periquín que vivía con su padre, que era viudo. Eran los más ricos de todo el pueblo. Un día Periquín fue al mercado y compró un saquito de habichuelas, se las dio al campesino que trabajaba en sus tierras para que las plantaras.


Al día siguiente Periquín y el campesino se quedaron asombrados viendo aquella gran rama que se perdía en el cielo. Luego, mandó que subiera el campesino para que viera lo que había. El campesino vio un gran castillo en donde vivía un hombre muy pequeño, entró y vio que era muy pobre.

El hombre pequeño le pidió al campesino que le diera algo que comer, porque decía que llevaba dos días en ayunas. El campesino se metió la mano en el bolsillo. Y encontró unas migas de pan, se las dio y para aquel hombre, como era tan pequeño, las migas de pan era como cachitos, y empezó a comer. Luego el campesino le dijo que para el hombre que trabajaba tenía mucho dinero que vivía abajo y que bajara por la rama.

Al cabo de unos días Periquín se dio cuenta de que le faltaba dinero, y empezó a despedir a gente. Primero despidió al mayordomo porque vio que tenía cara de sospechoso y después despidió a la limpiadora porque había tenido muchas peleas con ella.

El campesino se enteró y volvió a subir para ver si era el hombrecito el que había robado. Y efectivamente, el hombrecito una noche entró en la casa de Periquín y robó una cantidad de dinero. Al día siguiente fue al mercado y había un hombre que vendía cosas mágicas. El hombrecito vio una caja, que según aquel hombre echaba comida, la compró y subió a su castillo, porque aunque fuera pequeño comía como un gigante. Y desde entonces aquel hombre tan pequeño fue feliz para toda su vida.

1 comentario:

Ángela dijo...

El cuento está muy bien pero creo que en el segundo párrafo has repetido dos veces muy seguidas "el campesino" y creo que queda mal.
Bueno adios