Aquella tarde en el parque, su dulce perfume me invadió y sus brazos rodeaban mi espalda como si formaran parte de mí y no pudieran soltarme. Aunque el aire era un poco frío, yo no sentía nada, todo lo demás me era indiferente. Ese día descubrí que el abrazo de un ser querido es capaz de parar el tiempo.
1 comentario:
Me gusta tu microrrelato, has usado un lenguaje poético y delicado. A ver si lo ilustras con una imagen tan sugerente como el texto.
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